martes, 11 de marzo de 2014

11 de marzo


Se alejó de mí una fría mañana de marzo. Se fue para no volver, para dejarme vacía el alma y roto el corazón. El aire movía las hojas de los árboles, susurrando los secretos de la noche. Amanecía en la ciudad.
Aquel día comencé a morir. Aún, hoy, recuerdo el amargo dolor, mil lanzas traspasando la piel. Se llevó el alma para dejarme el corazón latiendo, un corazón para odiar, desgarrado, roto, sangrante.
Cien mil vidas hubiera dado por irme con ella. Mas no quiso el destino que estuviéramos unidos. Por la noche miro el cielo, donde las estrellas se apagaron y la luna no brilla, alzo la voz gritando su nombre. El sonido se pierde en el infinito, no hay respuesta, jamás la habrá. Quise perderme en el mar, sus azules aguas, su blanca espuma, el horizonte infinito jamás alcanzado, amaneceres rojizos, destellos plateados en el ocaso. Sueños de sirenas y tormentas, océanos encrespados, veleros a la deriva.
De nuevo en tierra deseé dormir para despertar con ella, acariciar su pelo, regalarle un beso.
Amanecía solo, entre sábanas revueltas.
A esta soledad que mi alma llena, se une el llanto de cristales hecho, el dolor es tan grande que morir no puedo.
De mi desdicha culpo a la tierra y al cielo. Llamo al ángel negro y no acude.
Ahora vago por la tierra con los ojos secos, sin alma ni corazón, roto el cuerpo. Espero, solo espero, partir hacía el mundo etéreo.
Cada mañana recorro el camino que ella hacía, a la misma hora, día tras día.
Contemplo el paisaje que ella veía. Cierro los ojos y la encuentro. Está allí sentada frente a mi. Me habla con dulzura, el rostro sereno.
Me reconforta oírla, se llena de paz todo mi ser, hablo y le digo cuanto la quiero. ¡Cuánto amor malgastado!, ¡Cuantos días que no fueron!.
La última parada me devuelve al mundo real, a la vida que no quiero, a la ausencia de ella.
Camino despacio, esperando otro día para sentirla, tenerla. Otro día en el me creerán loco.
¡Bendita locura que me permite verla!.
Y maldigo aquel día de marzo en el que ella se fue para siempre. Y me siento culpable por no haber estado a su lado.
Vuelvo a la casa vacía dónde el dolor me quema.
En mis sueños un tren sin detenerse, una estación vacía.
Una fecha en la memoria, una fecha maldita.



1 comentario:

AURI dijo...

TRISTE.... BONITO PERO TRISTE...