martes, 28 de diciembre de 2010


28 de diciembre
La ciudad aparece aletargada entre nochebuena y nochevieja (vaya, una noche es buena y la otra es vieja con una semana de diferencia, que nombres les ponemos....). Estamos en invierno y las temperaturas han bajado, el sol aparece estos días y buscamos la calidez de sus rayos.
He vuelto a pasear al lado del mar (me fascina, me calma, me atrae), sentada en una roca, cerca de vestigios de un chiringuito que solo se monta en verano, el mar balanceaba los pequeños barcos anclados al refugio de los vientos. Cerré los ojos para dejar que el calor del sol acariciara mi rostro.
Las olas murmuraban en las rocas y dejaban su mensaje para aquel que quisiera escucharlo, el alma se serena, el corazón se aplaca, y por unos minutos los problemas se sumergen en las profundidades marinas.
Un camino dorado se dibuja en las azules aguas, brilla y se pierde en el horizonte. Aquel horizonte lejano, donde el cielo y el mar se funden en un abrazo, donde imagino a las sirenas cantar y a mi espíritu sumergido escuchando sus dulces melodías que atrapan a los marineros hasta hacerles naufragar.
Al otro lado puede verse parte de la ciudad, con sus altos edificios, y me parece irreal, lo verdadero se encuentra rodeándome, allí donde se encuentran el agua y la tierra. Allí donde las rocas son moldeadas por su fuerza años tras año, siglo tras siglo, y allí permanecerán aunque nosotros ya no estemos, desgastándose limando las aristas, sumergiéndose en las saladas aguas, asomando a la superficie para recibir la luz. El tiempo ha perdido su significado, mi tiempo no es el suyo.
En el cielo asoman algunas nubes blanquecinas, y puedo contemplar varias gamas de azules, grises, ocres, dorados, salpicado con matorrales verdes. La gama cromática es extensa. Y todo esto está allí, para que lo disfrutemos, para nuestro deleite, para ayudarnos a meditar y encontrarnos con nosotros mismos, para ser parte de la naturaleza.
Con gran pesar he de volver, pero el andar es pausado, no quiero romper el hechizo. Sin embargo no estoy sola, y en el paseo de vuelta me cruzo con más personas que también han venido a disfrutar del lugar.
Me gusta ibiza en invierno. Caminando oigo una conversación telefónica, una persona joven hablaba en voz alta, le decía a su interlocutor “esto en invierno es muy aburrido, no hay nada, menos mal que he vuelto a encontrar trabajo”. Y lo decía allí, debajo de una palmera, con el sol dibujado en un cielo azul salpicado de estelas blancas, con el mar a sus pies susurrándole. Y no se daba cuenta de todo lo que allí tenía...
A veces nos ocurre a todos, lo que necesitamos para ser felices está al alcance de nuestras manos y sin embargo no lo vemos, no queremos verlo, quizás por ser demasiado simple.
Esta noche saldrá la luna, y abrirá su camino plateado en las negras aguas. Los colores desaparecerán, a cambio en el cielo se dibujarán miles de estrellas. Yo no iré a verlo, porque soy cómoda (hace frío por la noche), porque soy cobarde (no me atrevería a ir de noche sola por allí). Pero aunque no lo vea, bien porque no pueda o no quiera hacerlo, el día dejará paso a la noche y cada uno dibujará paisajes para soñar. Esa es la grandeza de la naturaleza, está ahí para nosotros, actúa con o sin espectadores, y viste sus mejores galas tan solo para aparecer bella.

miércoles, 22 de diciembre de 2010


22 de diciembre
Día de la lotería y también de la salud, ¡como no!. Para mí es el día que comienza la navidad, siempre recuerdo despertarme con el soniquete de los niños cantando los números, y naturalmente, yo continúo con la tradición y es la única mañana del año que enciendo la tele.
Celebraciones, copas de cava, buenos deseos... ¿De verdad nos deseamos felicidad?¿, ¿Cuántos “feliz navidad”, son realmente sinceros?.
Bueno no estropearé la fiesta, con sus luces en la calle los feriantes en Vara de Rey, las alfombras rojas (mojadas, porque llueve estos días), los saludos las sonrisas.
Llegan las temidas compras navideñas, a mi no me gusta ir de tiendas, y menos mal que en casa no viene Papa Noel, soy más tradicional, mi carta va a los Reyes Magos. Nunca me hacen caso... pero yo insisto cada año. Así que me evito los regalitos consumistas de nochebuena, pero lo que no evito es la comida. Claro que este año he decidido no hacer demasiados excesos, el marisco sube el precio, el cochinillo el cordero... como si el resto del año no comiéramos nada de esto.
Me lo comentaba ayer una señora en el súper, “no sé que voy a hacer de comida, porque ya el resto del año si queremos un capricho nos lo damos”, y es cierto, si algún día nos apetece asar una lechona la compramos y la hacemos, y en el día a día comemos sin grasas, sin colesterol (del malo), que aún no tengo claro eso de malo y bueno... es una pesadez estar pendiente todo el día de los nutrientes que hemos de consumir. Si contamos todas las raciones de verduras. Frutas, hidratos, proteínas y demás nos pasaríamos el día comiendo, o con la calculadora, pesando la comida y anotando para colgarlo en la puerta del frigorífico. ¡Que triste!, Después claro a quemar calorías, libreta en mano o un aparato que ya lo hace.
Después de un día tan ajetreado, (el trabajo, la comida, las calorías, 15 minutos para reír, que han dicho alarga la vida en dos años, tiempo para los amigos, todos los emails nos lo recuerdan, las cremas para las arrugas la celulitis, el juego con los hijos) caemos en la cama como piedras, claro ya no hay tiempo ni ganas para el sexo, y también consume calorías..... ni para soñar siquiera.
Ya me he cansado, que ajetreo de día, tendremos que alargarlos... bueno no, que a lo mejor le doy ideas a zp y nos da un día de 26 horas para alargar la jornada de trabajo esas dos horas más.
Esta semana no ha parado de llover, los días son grises y las nubes descargan agua. He paseado bajo la lluvia he dejado que las gotas mojaran mi rostro, os lo recomiendo, pasear sin prisa, un chubasquero, y a entrar en las nubes. También metí el pie en un charco hasta el tobillo, (en un paso de cebra el charco era un lago), claro no se puede soñar en la ciudad, así que llegué a casa con el pie empapado, el zapato chorreando pero contenta.
Mañana más celebraciones con amigos, eso está bien, no nos vemos en todo el año, menos mal que ahora nos inunda el espíritu de la navidad y nos encontramos.
Tengo un arbolito puesto en casa, ridículo, porque cada año le faltan más bolas, pero tiene muchas luces y lo disimula, al menos me recuerda las fechas en las que estamos. El gato juega con una bola roja (es su preferida), y yo corro delante de él para sacarle de aquí, él gana y me doy por vencida.
En fin os deseo a todos feliz navidad, (lo hago de corazón, no son palabras vacías), que la sonrisa nos acompañe, y el calor humano nos inunde.

lunes, 13 de diciembre de 2010


Lunes

Ha despertado la ciudad de su letargo. Es ese día que durante el fin de semana no nos cansamos de decir el lunes haré esto, el lunes iré a...., todo para este día. Sin embargo aún quedan otros días laborables para hacer todo aquello que nuestras obligaciones nos imponen.
Voy a nadar a la piscina, lo hago caminando, un paseo para poder observar cómo transcurre la vida de mi ciudad. No está lejos, unos diez minutos.
Me adentro en una zona donde abundan los pisos de nueva construcción, edificios de dos plantas y planta baja, la mayoría pisos con jardín o patio. Nueva vivienda y nuevas ilusiones, se estrena piso y con él nueva forma de vivir, aunque solo sea por cambiar de barrio, al comenzar la andadura en pareja o la emancipación del hogar paterno, siempre algo nuevo.
Al entrar en la piscina hace calor, así que sin entretenerme demasiado y después de la ducha obligatoria (menos mal ), entro en el agua y comienzo a nadar, despacio al principio, más fuerte después. Los primeros metros son un poco más pesados, 100 200 300...el cuerpo se desentumece y comienzo a disfrutar del agua, esa agua que envuelve como un útero materno, esa agua que me hace más liviana. En ella se hunden los problemas y se crea durante unos minutos la sensación de ser uno solo, uno y el mundo girando fuera, sigo nadando, los brazos se mueven solos, 700 800 900 metros, un poco más... la pierna se resiente, unos segundos para dar un pequeño masaje, continúo. El ejercicio hace que olvide, que sueñe. Creo un mundo ideal dónde mis deseos se convierten en realidad, el corazón se alegra, el cuerpo se cansa. Un poco más 1300, 1400...bajo el ritmo, un poco más, 1600, bien, por hoy se acabó, miró el reloj del lateral, me doy por satisfecha, 40 minutos he nadado. Pienso en las calorías consumidas. Soy un poco ilusa porque después comeré y las recuperaré.
Salgo de nuevo a la calle, renovada, cansada. En el parque que cruzo me llama la atención dos bancos, en uno una señora con la compra, ¿descansando?, en otra dos hombres, uno dentro de la llamada edad dorada, esa en la que las obligaciones laborales han quedado atrás, al otro aún le faltaban algún añito para entrar en ella. Éste último con un ordenador portátil en las piernas, supuse que tomando la wifi ¿(se escribe así?) que se ha puesto a disposición de los ciudadanos. Ya no se leen libros, se mira internet. Recuerdo la noticia del otro día, una librería de ibiza ha cerrado. Sustituimos el papel por una pantalla. A mi me sigue gustando el tacto del libro al pasar las páginas, llamadme antigua, lo seré...
Continúo caminando, he de hacer una gestión en el seguro, no está demasiado lejos.
Me llama la atención un cartel en un piso “se alquila”, no es el cartel en sí, ahora hay muchos, es el ventanal desde el suelo al techo, tras él un sofá mirando hacía el interior, de espaldas a la luz. No me gusta, si hay una ventana es para que la luz nos entre de frente, para mirar la lluvia, para contemplar el paisaje, desde allí se verán las montañas. No entiendo la colocación de ese mueble.
En la avenida han plantado olivos, me viene a la memoria Getsemaní. Es un árbol con tronco retorcido, sufriendo para dar su fruto, las hojas verdes. A sus pies se han colocado algunas flores, no se cómo se llaman, nunca he entendido nada de jardinería, me he limitado a contemplar la belleza de las plantas, he querido ser árbol para alcanzar el cielo con las ramas, pero no sé nada de cuidados ni nombres. ¿Me habré perdido algo por éste desconocimiento?, probablemente.
Ya estoy en la avenida España, esa que se adentra en la ciudad y nos lleva a la zona antigua, al puerto, al centro. El ritmo aquí se acelera, la ciudad es más activa, la circulación más abundante. No me gusta el centro para vivir, no está mal para encontrarse con más personas, para no andar por aceras desiertas. ¿Por qué huyo del resto de las personas?, ¿por qué me gusta andar en soledad, por qué no entiendo a aquel que corre escuchando música, por qué necesito el silencio?.
Ya he llegado a mi destino, saludo, pregunto, gestiono y me voy. Me atiende una chica muy agradable, he reclamado, he sonreído, he sido educada.
Camino de vuelta a casa y otros pensamientos reclaman mi atención. Pero estos ya no me gustan.... se trata de la cotidianeidad, de tareas domésticas que haré pero no forman parte de mi, sino de las ataduras que me he creado, al igual que el resto de mis conciudadanos, de las obligaciones diarias.
Volveré a la realidad, hasta que pueda volver a refugiarme, a replegarme en mis pensamientos. Al fin y al cabo es, en lo único, en lo que nadie puede mandar, ni cobrar impuestos por ellos.
13 diciembre.2010

domingo, 12 de diciembre de 2010


Paseo por Talamanca

Hoy, domingo, el café en la playa de Talamanca y el paseo hasta Sa Punta. El mar aparecía en calma, un surfista con una tabla con motor daba vueltas en el agua, el ruido llegó a ser molesto.
He de reconocer que me he vuelto un poco quisquillosa con los ruidos, bueno quizás siempre lo he sido, comprendía que él tenía el mismo derecho que yo a disfrutar de su día playero, pero mis oídos y un ligero dolor de cabeza me impedían ser comprensiva.
Después de tomar un cortado comienza el paseo por la pasarela de madera., muchos disfrutan también de éste día de temperatura cálida, comienzan los saludos ,es agradable encontrar caras conocidas, dibujar una sonrisa de complicidad.
Un torneo de palas se celebra en la arena, muchas camisetas de color ocre indeterminado (no sabría decir si era color tierra ....) con letras naranjas distinguía a los participantes, todas las edades tenían cabida en él. No se quién habrá ganado, no me quede para verlo.
Seguí con mi paseo, al lado del mar, ese mar que nos rodea, de horizonte lejano, de colores imposibles y atardeceres soñados. Ese Mediterráneo (al que Serrat dedicó una canción), de aguas cristalinas, blanca espuma al chocar contra las rocas a lo lejos, en los acantilados.
El mismo barco que veo desde hace mucho tiempo, con su helicóptero, gris, grande, que forma parte de mis domingos al levantar la vista hacía el mar. ¿Cuánto tiempo llevará allí?. ¿Tiempo?, ese concepto que se me escapa, porque ya no sabría decir si le veo desde hace meses o semanas o días. En cualquier caso allí sigue y ya le lanzo mi saludo.
Llegaba el barco de Balearia, entrando por la línea del horizonte, cortándolo. Apareció detrás de las rocas, rumbo al puerto. Dentro viajeros que vuelven, otros continuarán viaje hacía la península, algunos de vacaciones. Aún es pronto para las vacaciones....
Llego al final y contemplo la isla desde allí, Dalt Vila se iza majestuosa en lo alto de la ciudad, vigilándola, protegiéndola observando desde su atalaya. Más hacía la derecha nuestras montañas, verdes, contrastando con ese cielo azul salpicado de vaporosas nubes blancas, contrastando con la ciudad a sus pies, ciudad que hoy descansa, dormida y pausada, rivalizando con las tranquilas aguas de mi querida playa.
Es un regalo para la vista, un bálsamo para el alma, un refugio para el corazón cansado, la pausa necesaria para tomar aire y continuar el camino.
Mañana lunes todo volverá a despertar, perezosamente al principio, ganando energía a medida que la mañana se despliega.
Me gusta el invierno de la isla, ese invierno donde todo se pausa, esos domingos para compartir con familia y amigos, o para escuchar el rumor de las olas y sentir la fresca brisa en el rostro.
Y a ti ¿qué te gusta hacer los domingos?.


Marisa diciembre 2010

sábado, 11 de diciembre de 2010

10 de diciembre


Otro año más se acerca la navidad, otro año más las listas de la compra, los regalos, los adornos navideños, los villancicos. Mientras vemos pasar la vida, los años se escurren entre los dedos, nos desearemos feliz año nuevo y¿ será otro más o será diferente?. La esperanza de que sea mejor nos invade, los deseos, la ilusiones se encienden al igual que las luces de la calle. Al llegar Enero se apagarán y veremos que todo sigue igual, que la lucha no termina y aprenderemos de nuevo a vivir con los deseos apagados.
Hoy he paseado por Ibiza, el día era magnífico, la temperatura primaveral, andando por sus calles mirando escaparates, las colas en las administraciones de loterías, comprando un trocito de ilusión, comprando la esperanza, ese papelito que nos permita soñar unos días.
Sin embargo falta la sonrisa, un sábado más para leer el periódico, tomar café en una terraza, disfrutar del tiempo libre, aún las tiendas no están llenas. Los peatones se mueven al compás de la ciudad.
Hemos de desplazarnos a la playa, al campo para ser nosotros mismos, estar en contacto con esa naturaleza que nos hace sentirnos parte de ella. Aquí es fácil hacerlo, todo está cerca, las distancias no son grandes y ciudad campo y playa conviven en perfecta armonía.
Navidad es nacer, otra vida es posible aún dentro de la rutina diaria. Para nacer de nuevo hay que morir. Morir es dejar atrás los resentimientos, la amargura, las metas irrealizables, el rictus amargo del rostro. Nacer es crear nuevas ilusiones, metas alcanzables, una sonrisa en los labios. Prepararnos cada día para librar una pequeña batalla y salir victoriosos, no caer en el abatimiento, regalarnos unos minutos diarios sin ruidos, sin presiones, para estar en contacto con nuestro yo más profundo, y así comprendernos y perdonar nuestras propias imperfecciones.
Seamos indulgentes al mismo tiempo que hacemos el esfuerzo para cambiar aquello que no nos gusta.
Os invito a compartir las experiencias de estas fechas.

marisa