domingo, 21 de diciembre de 2014


La huida



Se fue para no volver, para huir de si mismo, para escapar de la esclavitud buscada de la sociedad que abrumaba, de los gritos ensordecedores, del consumismo desaforado.
Las iluminación excesiva, la música repetitiva, las bolsas repletas, las carencias afectivas.
La carretera inacabable. Silencio, la noche lo invadía todo. Abandonó la autopista en la salida 102, tomó una carretera comarcal, no faltaba mucho para llegar. Unos copos blancos resbalaron por el parabrisas.
A lo lejos divisaba una torre de piedra. Allí estaba su destino.
Lo vio y pudo frenar a tiempo, no sin antes soltar una maldición. Bajó del coche, el frío era intenso, cogió al niño que no llevaba ningún abrigo y lo metió dentro, subiendo los grados de la calefacción.
-¿pero que haces aquí en medio de la noche y en esta carretera, y además sin abrigo alguno?
-¿Por qué estas huyendo?, le pregunto la voz infantil.
-No huyo de nada, solo voy a aquel pueblo, de dónde debes de venir tu, y al que te voy a llevar ahora mismo.
-si no huyes, ¿por qué viajas en una noche cómo esta?,¿no tienes a nadie que puedas sentar a tu mesa?, ¿ningún amigo, familia, ? Seguro que si, pero te has ido y les has dejado solos.
-No lo están ellos compran y gastan, y hacen ruido y quieren ser felices un día. Creo que todos fingen.
-¿Crees que está mal, querer ser feliz un día al año?, ¿Poner una mesa distinta, sentarse con la gente que nos aprecia, para reír, cantar y olvidar todos los problemas que nos acucian cada día? ¿de verdad crees que nadie te va a echar de menos hoy?. Tienes que volver
-Estoy tan bien aquí, siento tanta paz, la nieve resbalando por los cristales, no siento frío. No se quien eres, pero me trasmites esa paz que buscaba.
-Te necesitan, quieren estar contigo, yo puedo esperar. Vete ahora, después será tarde.
Abrió los ojos, y escuchó las voces que decían su nombre. Allí estaba ella, con los ojos llorosos, pidiendo que no se fuera. Los de la ambulancia respiraron aliviados.
Ni siquiera había cogido el coche, no salió de la ciudad, al salir de casa una moto se salió de la calzada y le atropelló.
Era nochebuena y la calle permanecía iluminada.
Sonrió , y vivió para estar al lado de sus seres queridos, para disfrutar de su compañía, para poner una mesa en navidad y sentar en ella a todos aquellos a los que quería.

sábado, 6 de diciembre de 2014




                                                  La vida sin vida hecha.






El reloj avanzaba anunciando el paso del tiempo. Fuera el viento iba arreciando y la lluvia, furiosa, comenzó a salpicar en el negro asfalto, haciendo que éste brillara cual losa sepulcral.
El estado de ánimo había cambiado conforme pasaban los minutos, las horas, desde la más absoluta indiferencia a la ira más intensa que sentía.

Las conversaciones se diluyeron entre los vapores de invisibles tormentas interiores. Los susurros los gritos las risas y el llanto habían aflorado para desaparecer en el inmenso vacío de la nada, creando el dulce sopor del no ser, no estar. Sin espacio ni tiempo, la muerte de las ilusiones y el jardín abrasado de la inocencia entre los compases perdidos de la melodía inacabada de una vida gris.

El cuerpo, soporte mortal, no sentía; apagados los deseos del alma y el espíritu , sumergidos en mares rojos, coronados por nubes grises descargando toda la furia contenida en milenios.

Flotaba la materia, vaivenes de dolor hechos. Mareas de subterfugios, horizontes de desesperanza. La lluvia convertida en sangre, el viento en lanzas que traspasaban los heridos corazones.

Anulado el ser, porque hacía tiempo no existía, el dolor sin dolor causado, rota el alma en mil pedazos y en cada uno cien mil espinas clavadas. Llora el corazón, cristales rasgando el cielo. Pero el cielo no responde porque el infierno está dentro. Llamas de ira abrasan la materia.
El universo se funde para no regalar la muerte en vida.

La marcha fúnebre de silencios hecha no acompaña al que morir no puede y vive sin vida,; mientras una losa espera, mas el tiempo se ha fundido, no hay pasado ni presente ni futuro. No existe el bien el mal, arriba o abajo, este u oeste. Vacío e infinito, solo eso.

Y esta pluma que una mano sostiene no es sino, el último resquicio de los sueños robados.

Si puedes leer esto solo será tu mente que al fin ha logrado saber la verdad.

La verdad mata, ¿estás muerto?. ¿Has podido al fin morir tu?, ¿te regalo la vida esta muerte?. ¿Eres aquel al que todos esperan? , ¿el qué logró burlar el cerco y escapó de su cuerpo mortal?.

Si es así, rescata a este mundo roto. A los que sin vida esperan la vida eterna, a los que morir no pueden porque nacieron muertos.

Ayuda, a los que como yo, la verdad conocieron.


Marisa