domingo, 13 de agosto de 2017


MAÑANA SERÁ OTRO DÍA


Me abandonaron las palabras, al igual que el sol abandona el día. Dejándome tan solo el vacío de un blanco papel inerte y sin vida.

En el universo, vagarán perdidos, cientos de personajes, esperando un aliento, escondidos tras las estrellas, quemándose en el fuego de la insignificancia, muriendo sin haber vivido.

Mientras alguien busca en un baúl viejos libros carcomidos, para encontrar el tesoro que una vez perdido, jamás logrará hallar.

Pasan los días, las noches claras, las noches oscuras. Mientras el mar a lo lejos murmura. No entiendo su poesía, y las olas arrancan arena dejando estelas de blanca espuma. Pero mi alma no escucha, apagados los sentidos, ciegos los ojos del alma, el corazón dormido.

En los sueños aparecen las hadas del inconsciente, llevándome por tortuosos caminos, sendas inexploradas. Veo el agua transparente, vuelo sobre el valle, planeo sobre bajeles, encumbro las montañas blancas de nieve virgen. Sale el sol, y su luz me ciega. Despierto mas no recuerdo.

Esas palabras que antes fluían esas frases compartidas, esas musas que se fueron... ¿volverán algún día?

Y la pregunta me tortura, mientras espero, pero es espera baldía.

¿Serán esas luces de ciudad que a las estrellas apagan, o los ruidos incesantes que no dejan escuchar los silencios? La respuesta es más sencilla, la siento en las entrañas, forma parte de mí, sin embargo, se mantiene encerrada en los abismos, negándome una y otra vez la llave para llegar a ella.

Oigo el viento furioso golpear las ramas del árbol cercano. Sus hojas entrechocando lanzan quejidos ahogados. Negras nubes amenazan tormenta. El cielo oscuro se ilumina y veo el rayo caer a lo lejos, salgo fuera esperando el agua purificante de la lluvia, para empapar el rostro, para sentirme viva.
Disfruto del olor a tierra mojada. Poco a poco llega la calma al atormentado espíritu.

Mañana uniré más sílabas, enlazaré ideas. Hoy cerraré los ojos para poder ver, conoceré la respuesta, evocaré los olores conocidos, los sonidos familiares, los afectos de la infancia. Hoy dormiré el sueño placentero, para vaciar mis labios y llamar a aquellos que esperan jugando en el universo de los placeres perdidos.

Mañana llegaré al paraíso de los sentidos. Compartiré el gozo encontrado y sangraré escuchando los avatares que la imaginación me preste.

Dejadme, pues, que hoy duerma para despertar otra vez. Mañana será otro día.