Las nubes cubrían los cielos. El sol había faltado a su
cita mañanera, escondiéndose tras ellas.
Unas gotas comenzaron a caer, el aire olía a tormenta, la tierra se
abría para recibir alimento.
Te escondes, no te encuentro, y mi alma llora con el cielo.
He de buscarte, para amarte, para saborear tu fragancia
otoñal. He de encontrarte para admirar tu belleza, para que puedas quererme,
una pizca, solo eso ….
Ando por caminos polvorientos, por sendas inalcanzables.
Recorro acantilados rocosos, aunque nunca estarás en ellos. Miro hacia el mar y
suspiro, para soñar un deseo, para exhalar desengaños. El salitre impregna el
rostro, y tu nombre, de nuevo, suena en la brisa, al igual que las notas musicales
llenan pentagramas, el aire se satura de ti, para inundar el alma vacía.
Siento tu presencia, y no te tengo. Y no me tienes. No nos
tenemos.
Las estaciones se suceden, calor, frío, sol, niebla….
Mientras yo continúo incansable, hasta que el tiempo se detenga y me reclame la
tierra.
No me olvides, porque yo no podré hacerlo.
Cuando mi pelo pinte canas, y las piernas no sean firmes,
cuando las arrugas surquen el rostro, seguiré queriéndote. Porque la belleza no termina, y siempre
regresa en otoño.
Narciso, ¿eres tú?.
Estaremos juntos, guardaré tu sueño, esperando el despertar, el
renacimiento del ser.
Cuidaré la tierra que te acoge, regaré las semillas que se
esparcen, me embriagaré con tu perfume.
Ya no nos hemos de separar, Narciso, tú y yo, unidos hasta
que seamos estrellas.
A lo lejos se escuchan sirenas. Me asustan, me hieren. Mis
manos están manchadas, nada recuerdo, todo se olvida.
La cordura regresa, me espanta el mal cometido. No era yo,
¡regresa, vuelve, vive!.
La oscuridad se expande, los sentidos se apagan, la vida,
mi vida, se extingue.
Una lágrima recorre la mejilla, la última, la primera.
Comprendí, al fin. Ya duermo para siempre en el dulce sopor eterno…….