La estulticia
La estulticia se apodera de los muros medievales.
Bajo las piedras centenarias resuenan ecos de palabras necias, vacías e insípidas.
Por los labios escapan gritos ridículos sin nexo ni conexión, demostrando la ausencia de neuronas y acreditando, fehacientemente, la gran falta de inteligencia imperante en un edificio que antes albergó cánticos elevándose en plegaria hacia el cielo.
El aire se enardece y mis oídos obligados a escuchar tal sarta de disparates martilleando, sin piedad, mi cerebro.
Una voz me dice ¡vete!. ¡ Huye de esta mediocridad, no sucumbas ante ella!. ¡Eleva el espíritu!.
Comienzo andar y el mar se presenta cercano, fundiéndose en el horizonte con un cielo plomizo.
¿Descargarán las nubes lágrimas transparentes por la necedad de muchos?
La tormenta se acerca, ¿ rasgarán los truenos la tierra, cual grito de los dioses que, hartos ya, amenazan con hundir en los abismos profundos los vacíos cerebros?.